¿Determinismo o libre albedrio?
mayo 8, 2020 at 11:29 ,
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Determinismo: La creencia de que cada evento tiene una causa y que todo en el universo es absolutamente dependiente y gobernado por leyes causales. Puesto que los deterministas creen que todos los eventos, incluyendo las acciones humanas, están predeterminadas, el determinismo es típicamente clasificado como incompatible con el libre albedrío.
Fatalismo: La creencia de que “lo que será, será,” puesto que todos los eventos pasados, presentes, y futuros, ya han sido predeterminados por Dios u otra fuerza todopoderosa. En religión, esta perspectiva puede ser llamada predestinación; y sostiene que ya sea que nuestras almas vayan al cielo o al infierno, ya está determinado antes de que naciéramos, independientemente de nuestras elecciones.
Los tarotistas creemos, o deberíamos tomar en serio el libre albedrío, la capacidad del ser humano para dirigir, crear y recrear su propia vida a pesar de todas las circunstancias, condicionantes, presiones e influencias por muchas que estas sean.
Es cierto que dichas influencias son poderosas. Las circunstancias y los condicionantes junto con el inconsciente... son como hilos invisibles, los cuales nos manejan como a marionetas, creyendo que nuestros actos son de voluntad pura cuando en realidad son fruto de los mil condicionantes que nos dominan y aprisionan.
Con todo, el tarotista cree que el hombre, a pesar de todo lo que le condiciona, es en última instancia, amo y señor de su vida.
Veamos que es el libre albedrío.
Libre albedrío: La teoría de que los seres humanos tienen la libertad de elegir o autodeterminación; esto es, ante una situación, una persona pudo haber hecho algo diferente a lo que hizo.
Significa la facultad de obrar por reflexión y elección, independiente de otros factores, como por ejemplo la inclinación natural.
La expresión libre albedrío se identifica con la libertad de elección y se la pude definir como: " el Poder que en virtud del cual el hombre puede elegir entre acciones contrarias sin ser determinado por ninguna necesidad."
Por una parte, San Agustín expone su fundamentación distinguiendo el libre albedrío, de la libertad propiamente dicha. Para él, el libre albedrío es "la facultad de la razón y de la voluntad por medio de la cual es elegido el bien, mediante el auxilio de la gracia (de Dios), y el mal, por la ausencia de ella."
Existen argumentaciones de tipo moral, de conciencia, social, metafísico, psicológico... los cuales dotan al ser humano de libertad de acción que le responsabiliza de sus actos ante los demás.
Si un tarotista al leer las cartas dar por sentado, por seguro, por fijo, por inmutable, por firme un acontecimiento está traduciendo el mensaje de los naipes desde el determinismo o fatalismo. Todo lo contrario a lo que debería ser una correcta y sana lectura de tarot. Esta debería valorar la situación consultada (ver la raíz del problema), y en todo caso aconsejar las mejores opciones disponibles para que el consultante salga airoso de su problema (libre albedrío). El tarot no obliga ni fuerza a nada, tan solo muestra una vía o posible solución al problema planteado. En última instancia es el mismo consultante quien decide tomar un camino u otro.
El libro de la vida de un ser no está escrito de antemano, sino que este se ve completando a base de las decisiones y acontecimientos que tienen lugar a partir de la voluntad del mismo.
No caigamos (ni tarotistas ni consultantes), en la trampa del fatalismo. Este ha sido utilizado como mordaza y argumento para conformar al menos favorecido, al débil, al pobre, al enfermo...
Históricamente, el fatalismo ha desempeñado un papel reaccionario. Por una parte, el considerar el destino como un «plan» de la vida del hombre establecido desde arriba incitaba a la pasividad, a subordinarse servilmente a las circunstancias o al poder. Por otra parte, la seguridad en la omnipotencia de la voluntad suprema que conducía a los «elegidos del destino» a la victoria inevitable y al dominio favorecía el fanatismo religioso, político y social.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
(Antonio Machado)
Marcos de la Osa